Por: Ricardo Jasso Vivero │ @Jassovivero
En el guión de la película de Eduardo Sacheri, “El secreto de sus ojos”, el protagonista Benjamín Espósito escucha a su amigo y compañero de laburo Pablo Sandoval en la explicación de lo que representa una pasión. “Hay algo que no puede cambiar, el tipo puede cambiar de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar…No puede cambiar de pasión”. Efectivamente, una pasión es una pasión. En lo personal me impacté la vez que por primera vez conocí un vestidor. De niño acompañé a mi abuelo el cronista Don Ricardo Vivero Alba para realizar entrevistas en el Estadio León. Evoco la imagen de un portentoso Evanivaldo Castro “Cabinho”. Traigo a la memoria el retumbante grito desde un palco con la fuerza de: “Leeeoooon”. Era 1984 y quedé enganchado. En esa campaña el Club clasificó a la fase final y fue eliminado por Pumas. A partir de ahí tomé notas, apuntes y estadísticas. Fue como un trueno. Una pasión. Al regresar de cada encuentro, “Papá Ricardo” como cariñosamente le decía a mi abuelo, encendía la televisión y volvíamos a observar el partido. En esa época no se trasmitía en directo.
Después el equipo descendió en 1987 y tres años de desesperanza pero nunca de olvido. Con Vucetich como Técnico el equipo regresó (1990) y mantuvo la base de jugadores de casa nacidos en el barrio. Milton Queiroz “Tita” fue contratado y después de 36 años volvieron a coronarse (1992). Por primera vez disfruté un título en la tribuna. Al siguiente año tenían todo para repetir el campeonato pero sorpresivamente el Atlante superó a la fiera en Semifinales. En el invierno de 1997, León fue líder general pero sucumbió en la final contra Cruz Azul. Altibajos en las siguientes campañas hasta el amargo descenso en 2002. Diez años de resistencia y aguante. Primero fue Irapuato, luego Dorados, Querétaro, Tijuana y varios más que impedían el ascenso. Sin grandes expectativas arribó Gustavo Matosas para relevar al ídolo “Tita” en el banquillo. El milagro sucedió. Inolvidable el 12 de mayo del 2012 con el grito ahogado de “Vamos a volver”. Por fin.
En los últimos cinco años se logró un bicampeonato y lo más importante el reconocimiento nacional del estilo de juego del equipo de Matosas. Lúcido, temerario y vistoso. Verlo jugar ha sido de lo más emocionante que me ha tocado presenciar. El campeonato en el Azteca imborrable, merecido por la calidad y la cohesión grupal. Deleite y heridas de guerra. Una pasión. Eso es el Club León.
A propósito del aniversario 73, recapitulemos el origen del Club León. Oficialmente con el nombre de Unión-León el equipo debutó en una competencia de Liga Mayor el 7 de mayo de 1944 en la Copa México en la derrota de 5-1 contra Atlas en el campo del “Paradero” en Guadalajara. La fecha emblemática para rememorar el origen del Club León es el 20 de agosto de 1944 en su primer partido de Liga. Recibió en el “Parque Patria” al Atlante. En el “Patria” se jugaba beisbol. Los verdes vencieron a los Potros por 5 a 3. El primer gol fue obra del argentino Ángel Fernández. La alineación se conformó con Miguel Ángel Rugilo en el arco; Antonio Battaglia, Abel Ramírez y Raúl “Maky” Varela en la defensa; José “Pirracas” Castellanos, Antonio “Conrado” Muñiz y Rodolfo Moncada en el mediocampo; en el ataque Marcos Aurelio, Pablo “Chancharras” Pérez, Rodrigo Cervantes y Ángel “El Che” Fernández. Por los “panzas verdes” anotaron Pablo Pérez, Moncada, “Pato” Aurelio y Fernández (2). El mítico Horacio Casarín marcó un par de goles y completó Martín Vantolrá. Una auténtica familia el primer equipo León.
El 17 de septiembre de ese mismo año se originó su máxima rivalidad histórica al competir con Guadalajara en el “Patria”. Un encuentro de pasión y con una célebre actuación bajo el arco del argentino Rugilo, “El León de Wembley”. Empataron a uno. Por “Chivas” actuaron Max Prieto, “Pelón” Gutiérrez y “Pablotas” González. Su primera derrota en Liga llegó el 8 de octubre de 1944 frente a Puebla por 2 a 0. Una semana después Alfonso “Capi” Montemayor se convirtió en el primer esmeralda en anotar cuatro goles en la victoria de 5-3 ante el Asturias. En enero de 1945 se inauguró el estadio “Enrique Fernández Martínez” en un amistoso entre León y el Real Club España. El 1 de febrero de 1948 derrotó al Independiente de Avellaneda por 4 a 0 en su segundo encuentro internacional en el Estadio de la Ciudad de los Deportes.
En sus primeros tres años obtuvo dos cuartos lugares y un subcampeonato. Quien sumara más puntos era quien se alzaría como campeón. Posteriormente comenzó la “época dorada” con dos títulos consecutivos y una campeonato de copa. Por ende, León fue el primer “Campeonísimo” (48-49). En su tercera corona sólo perdió dos encuentros (51-52). En el cuarto blasón acumuló19 partidos sin perder (55-56). En 14 de sus primeros 16 torneos donde participó el cuadro verdiblanco nunca quedó por debajo del cuarto puesto.
También fue local en el estadio “La Martinica” y a partir de 1966 su casa es el estadio León. 9 campeonatos de goleo individual atesora con Adalberto “Dumbo López (46-47, 47-48, 48-49), Luis “Chino” Estrada (68-69), Sergio “Xelajú” Anaya (70), Cabinho (84-85), Everaldo Begines (Verano 2000) y Mauro Boselli (Apertura 2014 y 2015).
En las décadas de los 60’s y 70’s el desempeño del Club fue irregular, obtuvo Copas pero no predominio. Los ochenta fue su época de menos brillo hasta la etapa contemporánea con el segundo descenso. El aficionado esmeralda es crítico y exigente. Pero al final del día noble y nostálgico.
La mejor manera de homenajear al Club León en su aniversario 73 es citando el libro “ELLOS FUERON” escrito en 1984 por Don Ricardo Vivero Alba:
“ELLOS FUERON los primeros los iniciadores de un movimiento social en nuestra ciudad, porque en los albores de la década de los años cuarenta, el Futbol era casi desconocido en nuestro medio.
ELLOS FUERON rescatadores de la dignidad de un deporte que parecía condenado a la desaparición y lo hicieron GRANDE, TAN GRANDE, que ya no cabe en el corazón de los aficionados, de los fieles seguidores que los acompañaban a sus juegos foráneos, que gozaban con las victorias y sufrían con las derrotas.
ELLOS FUERON ídolos del pueblo, pero antes de lograr esa conquista, aquellos jóvenes nacidos en el barrio curtidor, hubieron de esperar el momento grande, el ingreso a la Liga Mayor de Futbol para que, en amalgama con los recién llegados de otras latitudes como Montemayor, Varela, Castellanos y Pérez, los costarricenses Campos, Dobles, Garita, Lizano y Rivas; los argentinos Battaglia, Rugilo, Aurelio y Fernández; fueron distinguidos por un sector muy importante que los llamó a su mesa y convivió con ellos.
ELLOS FUERON …y seguirán siendo los inolvidables, los eternos, los ídolos de acero que jamás se romperán…nunca veremos sus pedazos rodar por el suelo; tienen un pedestal, al que no alcanzarán las diatribas ni las ignominias”.
El Club León, UNA PASIÓN IRRENUNCIABLE.